Muchos clientes se sorprenden al descubrir que para las cuñas de 20 segundos preparamos textos que sólo duran 15 o 16. La reacción más común es proponernos que incorporemos algo más de información, ya que «todavía tenemos tiempo». Nos recuerda al chiste de la lápida: ante la observación del funcionario del cementerio de que aún hay espacio para incluir 3 palabras más, el familiar, que ya ha dicho toda la información relevante acerca del difunto, aprovecha el espacio para anunciar que vende un SEAT 600.

Es mejor no ocupar todo el espacio de la cuña con locución. Conviene dejar al principio un par de segundos con música, o algún efecto de sonido, y otro par de segundos de música al final. La razón es muy simple: nuestra cuña no es una pieza aislada sino que sale encajada en un bloque publicitario en el que no podemos controlar cómo acaba la cuña anterior ni cómo empieza la posterior. Dejando estos «espacios vacíos» en la cuña, mejoramos siempre la percepción del contenido.